El Acer platanoides, comúnmente conocido como arce real o arce de Noruega, es uno de los árboles caducifolios más representativos de los bosques europeos y una pieza clave en el arbolado ornamental de nuestras ciudades.

Su robustez, crecimiento vigoroso y espectacular cromatismo otoñal lo han convertido en una elección frecuente para paisajistas y gestores de espacios verdes. Sin embargo, su éxito en proyectos de jardinería o restauración forestal depende de un conocimiento de sus requerimientos ecológicos y de su correcta identificación frente a otras especies similares, como el Acer pseudoplatanus, con el que a menudo se confunde.

Descripción botánica del arce real.

Perteneciente a la familia Sapindaceae (anteriormente Aceraceae), el Acer platanoides es un árbol oriundo de gran parte de Europa, desde Escandinavia hasta el norte de la Península Ibérica, donde aparece de forma natural en los Pirineos, y Asia occidental.

El arce real es un árbol de gran porte que puede alcanzar los 30 metros de altura, desarrollando una copa ancha, densa y de forma redondeada que puede superar los 8 metros de diámetro.

Su tronco es recto, con una corteza lisa y de color grisáceo en los ejemplares jóvejóvenes, se va fisurando longitudinalmente con la edad, sin llegar a desprenderse en placas.

Su principal seña de identidad reside en sus hojas, que son la razón de su epíteto específico. Son grandes, opuestas, palmadas y divididas en 5 a 7 lóbulos terminados en puntas muy afiladas y finas, recordando a las del plátano de sombra (Platanus x hispanica). Son de un color verde intenso y brillante en el haz.

Una característica distintiva de sus hojas es que, al cortar el peciolo, este exuda una pequeña gota de látex blanco y lechoso. En otoño, adquieren tonalidades que van del amarillo intenso al anaranjado-rojizo.

La floración es otro de sus atractivos. Se sitúa a principios de la primavera, justo antes o simultáneamente a la aparición de las hojas. Sus flores, de un llamativo color verde amarillento, se agrupan en corimbos erectos, y una vez fecundadas, su fruto es una disámara característica del género, con dos alas que forman un ángulo muy abierto, casi horizontal (cercano a los 180º), lo que facilita su dispersión por el viento.

Diferencias entre el Acer platanoides y el Acer pseudoplatanus.

Para el profesional, es fundamental distinguir el arce real (Acer platanoides) del falso plátano (Acer pseudoplatanus), ya que sus requerimientos y comportamientos pueden diferir.

La distinción más rápida se encuentra en la hoja. Los lóbulos del Acer platanoides son agudos y terminan en punta fina, mientras que los del Acer pseudoplatanus son más redondeados y con los bordes crenado-aserrados.

Como se ha mencionado, el látex lechoso del peciolo es exclusivo del Acer platanoides. Además, las flores del arce real son erectas y aparecen antes que las hojas, mientras que las del falso plátano son péndulas, en racimos, y surgen ya con el follaje desarrollado.

Finalmente, las sámaras del Acer platanoides forman un ángulo muy abierto, casi plano, en contraste con el ángulo más cerrado (menor de 90º) de las del Acer pseudoplatanus.

Aportaciones del Acer platanoides en la restauración del paisaje.

En el ámbito de la restauración, el Acer platanoides es una especie de interés para la forestación de terrenos en su área de distribución natural. Se integra bien en masas forestales mixtas junto a especies como el haya (Fagus sylvatica) o el roble (Quercus robur).

Se recomienda para plantaciones en suelos frescos, fértiles y profundos, con buen drenaje, ya que no tolera el encharcamiento. Aunque prefiere exposiciones de media sombra durante su juventud, tolera bien el sol en su etapa adulta.

Su rápido crecimiento inicial ayuda a establecer una cubierta arbórea en un plazo relativamente corto. No obstante, hay que tener en cuenta su elevada producción de semillas y su capacidad de naturalización, que en regiones fuera de su hábitat natural, como por ejemplo en Norteamérica, lo han convertido en una especie invasora. Por ello, su uso debe limitarse a proyectos de restauración o forestación dentro de su ecología potencial.

El arce real en la jardinería y el paisajismo urbano.

Donde el Acer platanoides o arce de Noruega realmente despliega, todo su potencial es en el paisajismo. Su tolerancia a la contaminación atmosférica lo hace un candidato excelente como árbol de alineación en calles y avenidas amplias, así como un magnífico ejemplar aislado o en grupos en parques y grandes jardines.

Existen numerosas variedades cultivares que amplían su paleta de uso, como ‘Crimson King’ o ‘Royal Red’ por sus hojas de color púrpura durante toda la temporada, o ‘Drummondii’ por su follaje variegado en blanco y verde.

A la hora de su implantación, se debe considerar su sistema radicular, que aunque no es excesivamente agresivo, es superficial, por lo que se debe evitar su plantación demasiado cerca de pavimentos o edificaciones.

Respecto a la poda, es una especie sensible que pierde gran cantidad de savia si se corta en primavera. Por ello, las podas deben ser ligeras, de formación en su juventud y de mantenimiento en la madurez, y realizarse siempre a finales de verano o durante la parada invernal para minimizar el «sangrado» y facilitar la cicatrización.

Cultivo del Acer platanoides en vivero.

La producción de Acer platanoides para el sector profesional se realiza mayoritariamente a partir de semilla. Para ello, las sámaras se recolectan en otoño y requieren un periodo de estratificación fría y húmeda durante 3-4 meses a temperaturas de 1-5 ºC para romper su latencia interna y garantizar una germinación homogénea.

Una vez germinadas, las plántulas se cultivan en bandejas de alvéolos forestales para proyectos de restauración o se trasplantan a contenedores de mayor tamaño para su uso en jardinería. Su rápido crecimiento permite obtener árboles de calibre considerable en pocos años.

Los viveros especializados ofrecen esta especie en diversos formatos, desde plantones de 1-2 savias para forestaciones hasta grandes ejemplares en cepellón enrejado para proyectos de paisajismo de efecto inmediato.

Como en la mayoría de especies, la selección de un buen material de partida, con un sistema radicular bien conformado y un eje principal definido, es crucial para asegurar su establecimiento y desarrollo futuro en su ubicación definitiva.