La Catalpa bignonioides, conocida popularmente como catalpa o árbol de los puros, es una especie arbórea que se ha consolidado en el diseño de parques y jardines en climas templados.
Su rápido crecimiento, su frondosa copa y una espectacular floración estival (en el hemisferio norte) le otorgan un alto valor ornamental. Originaria del sureste de Estados Unidos, su capacidad para generar una sombra densa en pocos años la ha convertido en una elección recurrente para el paisajismo urbano y residencial.
Sin embargo, su rol en proyectos de restauración ecológica es un tema que requiere un análisis más matizado. Si bien su rusticidad es notable, su condición de especie exótica en Europa obliga a los profesionales a evaluar cuidadosamente su idoneidad, reservándola para contextos muy específicos donde sus cualidades estéticas y funcionales prevalecen sobre los criterios de autoctonía.
Descripción botánica del árbol de los puros.
La Catalpa bignonioides pertenece a la frondosa familia de las Bignoniaceae. Su nombre científico tiene una etimología interesante: el término Catalpa deriva de «kutuhlpa», nombre que le daban los nativos americanos de la tribu Muscogee y que significa «cabeza alada», mientras que el epíteto bignonioides hace referencia a la similitud de sus flores con las del género Bignonia.
Es un árbol caducifolio de crecimiento rápido, que puede alcanzar entre 10 y 15 metros de altura. Desarrolla una copa ancha, irregular y muy extendida, que puede llegar a tener un diámetro considerable (de 6 a 10 metros), lo que la convierte en una excelente fuente de sombra.
Este, posee un sistema radicular potente y algo superficial, un factor a tener en cuenta en plantaciones cercanas a pavimentos. El tronco es corto y robusto, con una corteza de color pardo-grisáceo que se fisura ligeramente con la edad. Su madera es blanda y ligera, lo que hace que sus ramas puedan ser algo quebradizas frente a vientos fuertes o nevadas.
Sus hojas son su seña de identidad más visible. De gran tamaño (pueden superar los 25 cm de largo), tienen una marcada forma de corazón (acorazonadas) y son de un color verde claro. Aparecen de forma tardía en la primavera y desprenden un olor particular al estrujarlas. Su gran superficie foliar es la responsable de la densa sombra que proyecta.
En cuanto a su floración la realiza a principios de verano (junio-julio en España), el árbol se cubre de grandes panículas terminales de flores. Estas son campanuladas, de color blanco con manchas amarillas y púrpuras en su interior, creando un efecto visual de gran impacto.
Tras la floración, se desarrollan los característicos frutos: cápsulas largas y estrechas de 20 a 40 centímetros, similares a las vainas de una leguminosa o a puros, que le dan su nombre común. Estos frutos persisten en el árbol durante el invierno, aportando una silueta singular.
La catalpa en proyectos de restauración del paisaje.
Es fundamental ser precisos en este punto. Como especie exótica (alóctona), el uso de la Catalpa bignonioides en proyectos de restauración de ecosistemas naturales o forestales no es una práctica recomendable.
No forma parte de la flora autóctona ibérica, por lo que no establece las mismas relaciones simbióticas con la fauna y micorrizas locales y no contribuye a la recuperación de la biodiversidad original.
Su aplicación en este sector queda relegada a escenarios muy específicos y humanizados, como es el caso de fitorremediación por su rápido crecimiento y gran biomasa foliar, que puede ser de interés en la recuperación de suelos contaminados en entornos postindustriales.
También en el acondicionamiento paisajístico de zonas degradadas, ya que puede emplearse como árbol pionero para generar cobertura vegetal y mejorar las condiciones del suelo en áreas muy alteradas (como antiguas minas o vertederos clausurados) que se destinan a ser parques o zonas de recreo, siempre dentro de un diseño de paisaje y no de una restauración ecológica estricta.
La catalpa en jardinería.
Donde la catalpa realmente despliega, todo su potencial, es en el diseño de jardines y el paisajismo urbano.
Es ideal como ejemplar aislado en praderas de césped, donde su porte y floración pueden apreciarse en su totalidad. También funciona excelentemente en alineaciones de calles anchas, paseos y avenidas, creando túneles de sombra muy agradables en verano.
Debido a su copa ancha y sus raíces superficiales, se debe evitar su plantación en calles estrechas o jardines pequeños. La caída de sus grandes hojas y frutos puede resultar «sucia» para algunos diseños muy pulcros, un factor a comunicar al cliente.
Destacar que, para espacios reducidos, la solución es el cultivar Catalpa bignonioides ‘Nana’. Se trata de una forma compacta y globosa, generalmente injertada sobre un pie de la especie tipo, que no produce flores.
Es muy popular para alineaciones formales y jardines pequeños, ya que se mantiene con una copa esférica mediante una poda anual específica.
Cultivo de la Catalpa bignonioides.
Para el cultivo de la Catalpa bignonioides se reproduce fácilmente por semilla, que no requiere tratamientos previos complejos y presenta una alta tasa de germinación en primavera. Los cultivares como ‘Nana’ deben propagarse obligatoriamente mediante injerto para conservar sus características. La siembra puede ser directa sobre bandejas de alvéolos forestales, y seguidamente continuar su cultivo en sacos controladores de raíces en cultivo ya en campo.
La poda no es estrictamente necesaria, salvo para formación en los primeros años o para eliminar ramas secas o dañadas. Es interesante recordar que las flores aparecen en la madera del último año, por lo que una poda drástica en invierno eliminará por completo la floración de esa temporada. En el caso de la variedad ‘Nana’, se realiza una poda de renovación a finales de invierno para mantener su forma compacta y densa.
Respecto a sus plagas y enfermedades, es bastante susceptible al ataque de pulgones, que segregan una melaza pegajosa. También puede verse afectada por cochinillas.
En cuanto a enfermedades fúngicas, el oídio es común en ambientes húmedos y con poca ventilación. La enfermedad más grave que puede afectarle es la verticilosis, un hongo del suelo que provoca el marchitamiento y muerte de las ramas, para el cual no existe un tratamiento eficaz.
Así, podemos afirmar que la Catalpa bignonioides es una planta ornamental de interés para el paisajista, pero que debe ser utilizada con cautela. Su espectacularidad y funcionalidad en entornos urbanos son indiscutibles, siempre que se planifique su ubicación y se asuman sus requerimientos de manejo.