La Lonicera japonica es una planta muy extendida debido a su cultivo ornamental.

Como planta asilvestrada, vive en casi todos los tipos de suelo, estando recomendada en especial para sitios sombríos y orientados al norte.

Su temperatura ideal oscila entre los 10 y 25 °C. Resiste la sequía y no es muy exigente en cuanto al riego. Ya, como planta ornamental, tolera muy bien la poda.

Flores de Lonicera japonica

Madreselva o madreselva del Japón

Con el nombre común de madreselva o madreselva del Japón, se conoce a la Lonicera japonica, que es su nombre científico. Es originaria de Asia: Japón.

Este arbusto trepador es de follaje persistente si se encuentra en regiones cálidas o semi-persistente en las frías, pudiendo alcanzar los 10 m de altura, es originario de Asia y pertenece a la familia de las Caprifoliaceae (Caprifoliáceas).

Crece de forma vigorosa. De hecho, en un solo año, sus ramas pueden alcanzar varios metros de longitud.

Sus hojas son opuestas, acuminadas y elípticas. Su floración es larga, desde bien entrada la primavera hasta mediados de verano, y aporta colorido donde está.

Sus flores son muy olorosas, creando grupos de flores tubulares de color blanco que se convierten, cuando envejecen, en amarillas.

El fruto se desarrolla en grupos de bayas con forma ovalada. Son aromáticos también y cuando maduran su color se torna rojo.

Flores de Lonicera japonica

La Lonicera japonica en jardinería

La Lonicera japonica es una planta insustituible en la decoración de jardines y parques, donde son apreciadas por ser poco exigentes y relativamente rústicas.

Son perfectas para cubrir pérgolas, muros o vallados en un corto espacio de tiempo. También, como planta tapizante o cubre suelo, se puede emplear para cubrir una franja espaciosa de suelo.

Como planta muy rústica, no es muy exigente en riegos. Incluso resiste la sequía moderada, si bien, esto afecta a su estado ornamental porque sus hojas amarillean con facilidad.

En cuanto a las necesidades de suelo, prefiere los fértiles y bien drenados, aunque es capaz de vivir en casi todos los tipos de suelos.

Es una planta que tolera muy bien la poda, aunque solo se recurre a ella cuando invade espacios impropios (es una planta invasora) o hay que rejuvenecer la planta. En tal caso, una poda severa de rejuvenecimiento cada tres años la tolera muy bien.

El momento ideal de la poda es tras su floración. En ese momento, además de rebajar su volumen de follaje, se debe eliminar todas las ramas muertas interiores. Con ello se estimula el desarrollo de nuevas ramas.

Si se desea que la planta crezca sobre vallas, estas deben ser lo suficientemente fuertes para que soporte el peso de sus ramas y hojas. También con orificios para que sus tallos flexibles puedan enrollarse con facilidad.

Plagas y enfermedades de la Lonicera japonica

Las plagas y enfermedades de la madreselva, al tratarse de una planta muy rústica, suelen ser escasas.

En épocas lluviosas, sobre sus hojas pueden desarrollarse determinados hongos que puede ocasionar la marchitez de estas, así como manchas en las hojas que, si bien no afectan mucho a la vitalidad de la planta, sí a su aspecto ornamental.

También le puede afectar el oídio, un hongo que puede cubrir las hojas y brotes tiernos con un micelio blanco.

Ya menos frecuente, aunque importantes, también puede atacarle la Roya (Puccinia spp.).

En cuanto a las plagas, a la madreselva le pueden atacar las cochinillas, los pulgones y la oruga cigarrera (Cacoecia rosana).

Flores de Lonicera japonica

Multiplicación de Madreselva

La reproducción de la Lonicera japonica puede realizarse de diversas formas.

Mediante semillas. Para acelerar su germinación, es recomendable la estratificación durante 2 a 3 meses a unos 4ºC.

La siembra se efectúa a principios de la primavera con semilla del año anterior. Una vez germinadas, cuando tengan de cuatro a seis pares de hojas verdaderas, se pueden repicar por separado en pequeñas macetas.

Por esqueje. Las Madreselvas se propagan fácilmente por esqueje. Tierno durante la primavera y verano o de estacas de madera dura en primavera u otoño, siempre bajo cubierta de vidrio o plástico.

Por acodado. Dada la longitud y flexibilidad de las ramas de la madreselva, es muy fácil reproducirlas mediante esta técnica. Basta con hacerles unas pequeñas heridas en la rama y enterrarlas por esta zona. En pocas semanas enraízan con facilidad.