El Arce campestre (Acer campestris) es un árbol caducifolio de gran adaptabilidad, resistencia, versatilidad y capacidad para prosperar en diversos entornos, por lo que se encuentra entre las especies arbóreas utilizadas, tanto en la restauración del paisaje como en el diseño de jardines y zonas verdes, ofreciendo soluciones prácticas y estéticas para la configuración de espacios sostenibles y funcionales.
Descripción del Acer campestris.
El Acer campestris es miembro de la familia de las Aceráceas y es comúnmente conocido con nombres como Arce común, Arce campestre o Arce menor. Su distribución natural se extiende por Europa, el Norte de África y Asia Menor, lo que atestigua su adaptabilidad a una amplia gama de climas y condiciones edáficas.
Es un árbol de porte mediano, que puede alcanzar hasta 15 metros de altura, aunque con frecuencia se presenta con un tamaño más moderado, especialmente cuando se gestiona para ciertos propósitos.
Su sistema radicular es, por lo general, profundo y ramificado, lo que le confiere una excelente estabilidad y capacidad para acceder a la humedad del suelo, incluso en periodos de menor precipitación.
Sus tallos son robustos y su corteza, de color grisáceo, presenta fisuras a medida que el árbol madura.
Respecto a sus hojas, son el rasgo distintivo de la familia, palmeado-lobuladas con tres a cinco lóbulos redondeados. Durante la primavera y el verano, exhiben un color verde vibrante que, al llegar el otoño, se transforma en tonos ámbares y dorados, ofreciendo un espectáculo visual de gran atractivo.
Su floración se produce en primavera, antes o al mismo tiempo que la aparición de las hojas. Las flores, de un discreto color verdoso, son poco llamativas pero importantes para la polinización.
Tras la floración, desarrollan semillas aladas, conocidas como sámaras dobles o disámaras, que son dispersadas por el viento. En vivero, se estima que se necesitan alrededor de 10 semillas por gramo, con una tasa de germinación cercana al 50%, lo que indica una buena viabilidad para la propagación.
El Acer campestris en la restauración del paisaje.
Como hemos avanzado, el Acer campestris es una especie de gran valor en proyectos de restauración paisajística debido a sus múltiples atributos. Su capacidad para establecerse en una diversidad de suelos, incluyendo los calizos, y su tolerancia a climas templados e incluso fríos, lo hacen idóneo para la revegetación de áreas degradadas.
Es un árbol que se recomienda su plantación en casos donde se busque la consolidación de suelos, porque su robusto sistema radicular es eficaz para estabilizar taludes y laderas, previniendo la erosión hídrica y eólica. Es una elección excelente para acciones sobre la bioingeniería de suelos.
También en la recuperación de ecosistemas forestales. En su hábitat natural, el Arce campestre comparte espacio con especies como Quercus faginea, Acer monspessulanum, Corylus avellana y Sorbus aucuparia, lo que lo convierte en un elemento clave en la reconstrucción de bosques mixtos autóctonos, especialmente en zonas donde otras especies son poco tolerantes a la sequedad estival.
Siguiendo con las recomendaciones, está la creación de cortavientos y pantallas vegetales, ya que su densa copa y su tolerancia al recorte, permiten su uso en la formación de barreras protectoras contra el viento, cruciales en la protección de cultivos o edificios urbanas.
Y como otras plantas, el fomento de la biodiversidad, porque como especie nativa, contribuye al hábitat de fauna local y ofrece recursos alimenticios para diversas especies.
Es importante que, al planificar su plantación en contextos de restauración, es fundamental considerar la preparación adecuada del terreno, asegurando suelos frescos y húmedos en las primeras fases para un óptimo establecimiento. La elección del tamaño de planta y el marco de plantación dependerán de los objetivos específicos del proyecto, buscando densidades que promuevan un crecimiento vigoroso y una rápida cobertura del terreno.
El Acer campestris en el diseño de jardines.
En el ámbito de la jardinería y el paisajismo, el Acer campestris es altamente apreciado por su estética y su adaptabilidad a entornos urbanos y privados.
Destaca como árbol de sombra, porque su denso follaje lo convierte en una excelente opción para crear zonas de sombra en parques, jardines públicos y privados, aportando frescor y confort en épocas cálidas.
También es utilizado en alineaciones e incluso como setos dada su capacidad para soportar podas y recortes. Con ellos se pueden crear mediante la poda, formación de setos formales e informales, así como alineaciones en calles y avenidas, donde su resistencia a la contaminación urbana es una ventaja.
Su atractivo estacional es otra de sus virtudes. El cambio de color de sus hojas en otoño añade un valor ornamental significativo, transformando el paisaje con sus tonos ámbar y dorados. Y no podemos olvidar su bajo mantenimiento, ya que una vez establecido, es una especie relativamente poco exigente en cuanto a cuidados, lo que reduce los costes de mantenimiento a largo plazo.
Para su plantación en jardinería, se recomienda asegurar un buen drenaje y una fertilidad moderada del suelo. La elección de ejemplares con un sistema radicular bien desarrollado y la protección inicial frente a plagas o enfermedades garantizarán un crecimiento saludable. Es importante planificar su ubicación considerando su tamaño final para evitar conflictos con infraestructuras o edificaciones.
El cultivo profesional del Acer campestris.
En España, el cultivo profesional del Acer campestris se lleva a cabo en viveros especializados que atienden tanto la demanda nacional para proyectos de restauración paisajística y jardinería como el mercado de exportación.
Principalmente, se cultiva en diversas áreas geográficas del país, aprovechando las condiciones climáticas favorables que permiten un desarrollo óptimo de la planta. Viveros ubicados en regiones con climas templados, como en Girona (Cataluña), donde las fluctuaciones térmicas estacionales son marcadas, son especialmente adecuados para su producción.
El Acer campestris es particularmente demandado por los mercados de Centroeuropa para uso ornamental. Su rusticidad y la belleza de su follaje otoñal lo hacen muy atractivo para proyectos de paisajismo en países con inviernos más rigurosos.
Para los profesionales involucrados en la cadena de valor, desde los responsables de empresas de restauración paisajística hasta los técnicos e ingenieros de cultivos, es importante la selección de ecotipos adecuados, el control de la sanidad de las plantas y la aplicación de técnicas de cultivo que promuevan un desarrollo radicular fuerte y una buena adaptación al trasplante, aspectos esenciales para el éxito en campo.