La recuperación de la biodiversidad en los ecosistemas fluviales es un conjunto de actuaciones técnicas que buscan restaurar la riqueza y variedad de vida en los ríos y sus riberas. No se trata simplemente de revegetar, sino de restablecer las complejas interacciones entre la flora, la fauna y el propio medio físico del río, devolviéndole su funcionalidad ecológica y su resiliencia natural.

El objetivo principal de estas intervenciones es revertir los procesos de degradación para recuperar un ecosistema fluvial saludable y autosuficiente. Esto implica estabilizar las riberas frente a la erosión, mejorar la calidad del agua, y fundamentalmente, recrear los hábitats necesarios para el sustento de la vida silvestre, desde microorganismos hasta vegetación de ribera, insectos, anfibios, peces y aves.

Estas actuaciones se vuelven imprescindibles en cauces que han sufrido alteraciones significativas, ya sea por la construcción de infraestructuras, la presión agrícola, la canalización artificial, la contaminación o los efectos de fenómenos extremos como inundaciones y sequías, que dejan las riberas desprotegidas y biológicamente empobrecidas.

El muro krainer como solución de bioingeniería del paisaje.

En este contexto, las técnicas de bioingeniería del paisaje ofrecen soluciones que integran la funcionalidad estructural con la restauración ecológica. Una de las herramientas más eficaces para la estabilización de taludes y riberas es el muro krainer.

Esta estructura consiste en un sistema de cajones entramados de madera, generalmente troncos sin descortezar, que se disponen de forma escalonada siguiendo la línea del talud a proteger. El interior de esta estructura tridimensional se rellena con tierra y se complementa con la instalación de material vegetal vivo, como estaquillas o ramas de especies autóctonas con alta capacidad de enraizamiento, por ejemplo, del género Salix (sauces).

La peculiaridad del sistema krainer reside en su doble funcionalidad. Inicialmente, la estructura de madera proporciona una contención mecánica inmediata y robusta, frenando la erosión desde el primer día.

Con el paso del tiempo, a medida que la madera se biodegrada de forma natural, el sistema radicular de la vegetación implantada se desarrolla, creando un denso entramado que toma el relevo de la función estructural. El resultado es una ribera estabilizada de forma permanente por una cubierta vegetal viva, plenamente integrada en el paisaje y que sirve como un corredor ecológico de primer orden.

Fase de construcción de un muro krainer

Un ejemplo práctico de aplicación con muro krainer en Bande.

Un caso ilustrativo de la eficacia de esta técnica se llevó a cabo hace unos años en un tramo de ribera en el municipio de Bande (Orense – España), dentro de la cuenca hidrográfica del Miño-Sil. La actuación tenía como objetivo resolver un problema de inestabilidad en un talud fluvial.

Para la ejecución, se empleó madera de pino gallego tratada para aumentar su durabilidad en las condiciones de la obra. La estructura del krainer se fue montando y rellenando por capas con suelo local, y entre las juntas de los troncos se dispusieron estaquillas de sauce (Salix sp.), una especie perfectamente adaptada a los entornos de ribera de la zona.

La elección de esta técnica no fue casual. Además de garantizar la estabilización del terreno, el muro krainer promovió activamente la colonización vegetal. Las estaquillas de sauce arraigaron con éxito, y en poco tiempo, la estructura de madera comenzó a ser cubierta por un manto verde. Este nuevo hábitat no tardó en atraer a la fauna local, contribuyendo a la creación de un ecosistema fluvial más complejo y resiliente.

El resultado final fue una solución técnica que trascendió la mera obra civil. Se consiguió una integración paisajística total, transformando una intervención de ingeniería en un elemento vivo y funcional del ecosistema. Para los profesionales del sector de la restauración paisajística, la ingeniería y la gestión de espacios naturales, este tipo de actuaciones demuestra que es posible compatibilizar la seguridad y la funcionalidad de las infraestructuras con la conservación y el fomento activo de la biodiversidad. El sistema krainer es, sin duda, una opción válida y preferente para un futuro donde la ingeniería y la ecología deben avanzar de la mano.