El Ficus macrophylla es una de las especies de ficus utilizadas en la jardinería paisajística y más concretamente en la jardinería pública, utilizándose como árbol urbano que, con el tiempo y condiciones adecuadas, puede llegar a convertirse en verdaderos árboles monumentales.
Y esto es así porque sus dimensiones finales pueden ser verdaderamente grandes, alcanzando alturas cercanas a los 60 metros y creando zonas de sombra bajo ellos, de varios centenares de metros cuadrados.
Pertenece al grupo de ficus de exterior utilizados como árboles ornamentales urbanos en el área mediterránea, con veranos cálidos e inviernos suaves. Es un árbol de clima tropical y le afectan las heladas, especialmente cuando se trata de árboles jóvenes.
De origen australiano, actualmente y dada su utilización en paisajismo, es cultivado por viveros repartidos por todo el mundo, donde predomina el clima templado con inviernos suaves. En Europa son, por ejemplo, las zonas costeras de España, Portugal y Sicilia.
La higuera australiana
Se le conoce comúnmente con nombres como, la higuera australiana, bayán australiano e higuera de la Bahía Moreton. Respecto a nombres científicos, es Ficus macrophylla, aunque se manejan también los sinónimos de Ficus macrocarpa y Ficus magnolioides.
Pertenece a la familia Moraceae y es nativo Australia, teniendo su hábitat natural en zonas tropicales de Queensland y del norte de Nueva Gales del Sur. Actualmente, dada su utilización en paisajismo, es cultivado por viveros de todo el mundo.
El Ficus macrophylla es un árbol de hoja perenne, que puede alcanzar una gran envergadura y superar los 60 metros de altura en condiciones óptimas.
Posee un sistema radicular básicamente superficial, de ahí que se vean con facilidad en su superficie. Aunque en términos relativos, dada sus dimensiones como árbol, requiere un buen volumen de tierra para mantenerse bien anclado al terreno.
Su tronco se desarrolla de forma irregular, generando una corteza lisa y color grisáceo. A su tronco principal, se van añadiendo con el tiempo raíces tubulares, emergidas inicialmente como raíces aéreas, convertidas al llegar al suelo como troncos de apoyo para sus gruesas ramas.
Su copa crece de forma extendida y llega a ser densa por sus numerosas ramificaciones y volúmenes de hojas.
En su conjunto posee una madera blanda o elástica, condición que, en el caso de un crecimiento débil y de fuertes vientos, pueden desgarrarse y ocasionar daños en su área de caída.
En cuanto a sus hojas, a pesar de que se le denomina Ficus macrophylla, no es el tipo de ficus con hoja más grande, aunque estas no sean pequeñas, ya que su tamaño oscila entre los 10 a 25 centímetros de largo por unos siete a 12 de ancho. Estas tienen forma oblongo-ovadas, algunas anchamente elípticas.
Al tacto trasmite una textura coriácea de superficie glabra. Respecto a su color, son verdes oscuro brillante por el haz, y más claro cubierto de una pubescencia herrumbrosa por el envés. En ella destaca su nervio central de color notablemente amarillento.
En su madurez, produce flores masculinas y femeninas en un mismo árbol, por lo tanto, es una planta monoica. Estas flores, como característica propia de todos los ficus, crecen dentro de aparentes frutos pequeños, llamados higos. Son de color verde inicialmente que se van tornando a púrpura conforme maduran.
Cultivo del Ficus macrophylla
El cultivo del Ficus macrophylla es minoritario comparado con otros ficus ornamentales y está relegado básicamente a viveros especializados para su venta en obras públicas.
Suelen presentarse en contenedores de gran formato y estructura arbórea. Prácticamente nunca como formato arbustivo.
Su multiplicación se realiza vía esqueje, quedando la modalidad de esqueje de acodo, como modalidad testimonial.
Su enraizamiento se suele hacer preferentemente en bandejas forestales, con un sustrato turboso, de pH sobre 6,5 y ligeramente fertilizado. Se realizan durante la primavera y utilizan esquejes apicales o interdonales. Durante el proceso de enraizado se aplica nebulización para evitar que se deshidraten y con una temperatura de unos 25 °C, humedad ambiente saturada y sin corrientes de aire, puede enraizar fácilmente en 20 días, teniendo un buen cepellón a los 45 o 60 días. Momento en que ya se pueden trasplantar a una maceta mayor.
Ya en enraizados y trasplantado, se continúa su cultivo al exterior, atendiendo unos riegos y abonados frecuentes.
El Ficus macrophylla es una planta de desarrollo rápido y conviene tutorarlo con una caña para mantener el tronco principal erguido y goce de una buena formación. El momento del pinzado debe coincidir con la altura deseada del tronco para crear su porte arbóreo.
El Ficus macrophylla en paisajismo
El Ficus macrophylla, cuando es utilizado en la jardinería paisajística, deben tomarse una serie de consideraciones antes de su plantación.
Al margen de la del evidente interés en su utilización, se debe asegurar que la climatología reinante en el lugar es la adecuada, contemplando periodos de varios años para evitar que inviernos ocasionales, extremadamente fríos, puedan acabar con su vida.
Otro factor es el espacio para su desarrollo en el tiempo. Son árboles que, por sus características botánicas, necesitarán centenares de metros cuadrados de superficie dentro de varios años. Son árboles de crecimiento solitario de gran envergadura.
Su ubicación debe ser a pleno sol, sin edificios, aceras, calles o canalizaciones importantes cerca de ellos. Sus raíces, bastante superficiales, terminarán dañándolas.
Y si bien estas raíces son de desarrollo superficial, necesitan de una buena profundidad de tierra para que la planta termine estando bien anclada al terreno. Esta tierra debe ser fértil y con capacidad de retener el agua, aunque sin llegar al encharcamiento.